El Gozo

Actitud Que Se Escoge

Citas tomadas de la versión antigua Reina-Valera 1602, 1909.

 

“Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar y yo no lo sabía”

Génesis 28:16

 

Es interesante cómo Dios en cosas tan sencillas puede dar a conocer su presencia en nuestras vidas. Sin embargo estamos tan acostumbrados como cristianos a decir, y con mucha razón, que estamos con Dios, que se vuelve rutinario, y no alcanzamos a ver con una verdadera perspectiva, qué significa ser hijo de Dios.

 

Conocemos que Dios no nos abandona, que tenemos una gran esperanza y una promesa de vida eterna que nadie nos la podrá quitar, tal como lo afirma el apóstol Pablo en Romanos 8, pero de vez en cuando (y en algunos cristianos, más seguido de lo que se pensaría) nos invaden ese pensamiento de: “Siento que algo me falta”. Hablando con sinceridad, se me haría muy difícil de creer que alguno de nosotros como cristianos no nos haya pasado algo así por la cabeza.

 

Esto me hizo pensar en una analogía de lo que nosotros somos comparándonos con un pueblo situado en el estado de Querétaro. El pueblo de Bernal, situado como a dos horas aproximadamente de nuestra ciudad de Salamanca, es considerado por el gobierno federal como un “Pueblo Mágico”, un atributo que se le dan a ciertas poblaciones dentro del territorio nacional por el atractivo turístico que representan. En ese lugar se encuentra una gran peña, hecha de una sola pieza (monolito), que se formó en el pasado porque el volcán situado en ese lugar trató de hacer erupción y finalmente al enfriarse el material volcánico formo la gran peña, el mayor atractivo turístico del pueblo.

 

Viendo esa peña, independientemente de las leyendas que se han ideado alrededor de ella, uno puede notar figuras familiares que se forman en ella: cabeza de elefante, serpiente, conejo, gorila, etc. Sin embargo, cuando yo veo el pueblo, si, es pintoresco, tiene algunas cosas atractivas, pero desde una muy personal opinión (más de alguno con justa razón y respeto podrá diferir) no es muy diferente a muchos otros pueblos perdidos en el mapa de la República Mexicana. En otras palabras, Bernal parece destacar en la zona más por la Peña de Bernal que por ser un pueblo diferente.

 

Al observar esto me dije a mí mismo: “Es exactamente lo que hizo Jesús con nosotros”. No somos muy diferentes a los demás seres humanos, y desde una perspectiva humana, no tenemos en nosotros atributos que nos hagan destacar mucho de las demás personas. Lo único que nos hace diferentes, y de hecho apreciados más que cualquier otra persona, es precisamente que hemos sido salvados por Jesucristo, y que Él habita ahora en nuestras vidas.

 

No ir al infierno es algo grande que se pagó con un gran precio, y es un atributo destacable que logró NUESTRA PEÑA (es decir Jesús) en nosotros. En el pasaje que estamos tocando, vemos cómo Jacob estaba huyendo de su hermano Esaú porque lo quería matar después de haber tomado la bendición de la primogenitura, y aunque Esaú la procuró con lágrimas, no se le dio.

 

Vemos a Jacob, huyendo, sólo y cansado. Se duerme un poco usando una piedra como almohada, en Harán y tiene su famoso sueño: Una escalera que llega directamente al cielo con ángeles que suben y bajan por ella. Lo destacable de todo este pasaje es que Jacob, viviendo una verdadera tribulación, por fin logró tener un tiempo de descanso y Dios le hizo entender algo que todos nosotros no debemos pasar por alto:

 

Vs. 16”…Jehová está en este lugar y yo no lo sabía.”

 

Es muy humano sentirse con un vacío personal en ciertas etapas de nuestras vidas, pero así como el pueblo de Bernal aprovecha su atractivo para sobresalir y sobrevivir, nosotros tenemos que aprovechar que Cristo está con nosotros y gozarnos en él. Hasta donde he visto, gozarnos es una actitud que escogemos. En el libro de Job está escrito algo que puede animarnos si creemos que hay algo que nos hace falta:

 

“¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba? ¿Muge el buey junto a su pasto?”

Job 6:5

 

Usted y yo podemos entender este pasaje perfectamente. Cuando un animal tiene lo que necesita, no se queja, y si lo hace, podremos decir: Lo que hace por no razonar en dónde está. ¿No será lo mismo aplicable a nosotros cuando decimos que algo nos falta? Razonemos un momento: No ir a infierno, ser considerados más preciados que el mismo oro, ser adoptados hijos por Jesucristo, y ser coherederos con Él, etc., etc. Le aseguro mí amado hermano que razones para estar gozosos sobran.

 

Pero alguien podrá argumentar que uno puede cambiar su actitud dependiendo de las circunstancias que esté viviendo. Eso es algo que normalmente vemos; muchos sirven a Dios y se sienten gozosos cuando todo sale bien, cuando hay pan en la mesa y cuando todo nuestro trabajo trae resultados sobresalientes. De hecho, Jacob vivió esos momentos de estar en la cúspide, y uno de los pasajes más notorios es cuando luchó con el ángel de Dios. Fue aferrado en no dejarlo porque, aunque a ciencia cierta no sabía qué podía obtener de todo aquello, sabía perfectamente que era algo grandioso para su vida. Tanto, que finalmente la Biblia describe una de las más grandes bendiciones que puede recibir un hombre:

 

“Y él dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y él dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel: porque has peleado con Dios y con los hombres, y has vencido.”

Génesis 32: 27-28

 

Israel significa “Príncipe de Dios”. Obviamente Jacob no podría vencer ningún ángel y mucho menos a Dios, en una pelea cuerpo a cuerpo. Se refiere más a la tenacidad de querer obtener algo de Dios, a no rendirse hasta que obtiene lo que quiere. ¡Qué gran cuadro! Las circunstancias pueden hacernos cambiar nuestros pensamientos, pero no hay nada como aferrarse a Dios y a buscar y buscar y buscar, hasta encontrar. Es una bendición muy grande el gozarse en Él. Es imperativo para nosotros los cristianos, incluso buscar ese gozo.

 

No obstante, las circunstancias pueden ser tan contrarias que son capaces de quebrantar las voluntades más fuertes. Pero ninguna de ellas debería ser más grande que lo que ha hecho el Señor con usted. Vemos que Jacob tuvo grandes victorias, pero también sufrió varias contrariedades. Recordemos que su suegro Labán lo hizo trabajar veinte años por Lea, Raquel y por su ovejas. Y en todo ese tiempo siempre quiso timarlo, pero Dios al final dio la victoria a Jacob. También recordemos que por veinte años creyó muerto a su adorado José, y por un poco de tiempo sufrió la angustia de sentir a su hijo Benjamín preso en Egipto. En realidad su vida fue llena de sinsabores.

 

Hay algo que debemos tener en cuenta: ASÍ ES LA VIDA DEL HOMBRE. Está llena de reveses, pero es increíble que ellos puedan llegar a tener más peso que todo lo demás que Dios nos ha ya dado. Eso mismo le pasó a Jacob al final de su vida:

 

“Y dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida? Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación”

Génesis 47:8-9

 

Observen hermanos lo que subrayé. ¿Pocos años?, ¿Malos años? Es cierto, muchas aflicciones, pero hermano, lo está diciendo un hombre que luchó con Dios y con los hombres y VENCIÓ. Nuestra vida no puede tener este tipo de incoherencias; es muy desgastante, pero es lo mejor: Luchemos por nuestro gozo. Cambiemos nuestra actitud, y escojamos gozarnos, no hay nada mejor.

 

Concluyendo, reconozcamos que Dios está con nosotros, que no es algo ligero, y que nos hace destacar. Además es imperativo que escojamos gozarnos y busquemos ese gozo, y que no podemos tener una vida cristiana con incoherencias de que ha sido una vida mala. Es Jesús quien está en nosotros.

 

AMÉN.